miércoles, 10 de diciembre de 2008

EL PROBLEMA DE LA RELACIÓN ENTRE CONOCIMIENTO TEÓRICO Y CONOCIMIENTO SENSIBLE EN PLATÓN


El problema de la relación entre conocimiento teórico y conocimiento sensible es un tema que ha abarcado la preocupación filosófica desde los orígenes mismos de la filosofía en Grecia. El tema de cómo conciliar la relación que se da entre mundo inteligible y mundo sensible y cómo éste puede darse en el hombre, es lo que se ha denominado “esquematismo”. El esquematismo que, en Kant es un intento por determinar cuáles son los límites del conocimiento humano y su ámbito posible de uso.

Semejante problema tratado por Kant en la “Crítica de la razón Pura” sobre el Esquematismo, lo encontramos en el filósofo griego Platón, aunque no con la misma nitidez kantiana. En su intento por construir un conocimiento seguro, estable, en el que no fueran mera fundamentación del cómo conocemos la multiplicidad y la doxa sino una explicación más profunda, que hiciera contraste con la postura sofista de que “todo conocimiento sólo es posible en la medida que es a nosotros”. Ya Sócrates había afirmado que si los hombres nos quedáramos en la comprobación de la multiplicidad de las cosas y la diversidad de los individuos, los hombres estarían condenados a ignorarse, odiarse y combatirse.[1] Esta preocupación que traspasa toda la obra de Platón y que necesariamente tiene consecuencias metafísicas y gnoseológicas, lo lleva a plantearse seriamente la pregunta por el origen del conocimiento en el hombre. Y es lo que se ha denominado la teoría de las ideas en Platón.

El presente trabajo pretende introducirnos a esta problemática y esbozar los aspectos que, a mi modo de entender, son fundamentales en el planteamiento platónico sobre la cuestión. Espero que la lectura de éste sea de su agrado y pueda cumplir con los objetivos planteados anteriormente.

LA TEORÍA PLATÓNICA DE LAS IDEAS

¿Cómo es posible el conocimiento? ¿cuál es el origen de éste? Estas inquietudes están traspasando el pensamiento platónico. Queremos acercarnos a ellas porque es el medio por el cual nuestro autor intenta explicar este problema.

Los sofistas habían establecido que el conocimiento puede ser variable y relativo, Protágoras había establecido en el enunciado central de su filosofía que “El hombre es la medida de todas las cosas, de las que son y de las que no son”.[2] Esta negación de un conocimiento certero que posibilitara la posesión de una verdad y , por ende, que hiciera posible todo conocimiento objetivo, fue el criterio que impedía el carácter absoluto de toda pretensión gnoseológica y metafísica. Este principio del Homo mensura que es combatido por Sócrates lo es también en Platón.

Una segunda problemática es la herencia naturalista que Platón pretende hacer frente. Los filósofos presocráticos habían establecido que el principio de realidad es el mundo físico (Physis) El propio Platón reprocha a Anaxágoras haber introducido el concepto de una inteligencia universal para explicar las cosas.[3] Si pudiésemos exponer en pocas palabras estas preocupaciones deberíamos decir que, para Platón, el problema radica fundamentalmente en que las causas establecidas por los presocráticos no son tales y a lo más son causas al servicio de otras causas superiores y que hemos de denominar causas inteligibles.

En Platón encontramos un rechazo a la explicación de la realidad dada sólo por los sentidos. El mundo de los sentidos sólo nos entregan multiplicidad de cosas y si hemos de avanzar de manera científica lo hemos de hacer buscando lo más propio de la realidad[4]. Platón no acepta que la episteme provenga de los sentidos[5], pues eso significa aceptar la movilidad de éstos y concluir, a modo protagórico, la realidad, aceptando que cada uno tenga su propia versión de ésta y que todas las opiniones de los seres humanos son igualmente válidas y con ello, dejando anulada la posibilidad de un conocimiento universal y objetivo, válido para todos. Debe existir, por tanto, la posibilidad de enunciar un tipo de ciencia que permita un conocimiento genuino de la cosas sin recurrir a la opinión de todos los hombres. Será preciso, pues, alejarnos de todo rastro de la filosofía presocrática para poder asentar un conocimiento que sea infalible y que tenga por objeto las esencias.[6]

Nuestro autor señala que existen dos vertientes del conocimiento en el hombre y de ellas se derivan cuatro operaciones del alma[7]. La primera está dada por los sentidos y que capta las cosas sensibles ( to tou orwmevou genouj) , las inteligibles (to tou nooumevou genouj) A cada una de ellas le corresponden dos operaciones. Al mundo de la doxa le corresponde, en primer lugar, las imágenes de las cosas (eikones), es decir, las sombras y las apariencias que, en el libro VI de la república, nombra como, aquellas que ven reflejarse en las aguas y en la superficie de los cuerpos pulidos y brillantes. A este conocimiento le corresponde la conjetura. Luego, entre las cosas visibles, encontramos a los seres vivientes (xwa ) , las plantas y los objetos fabricados por el hombre; la creencia (pistij) es la operación intelectual que le es propia. “En las cosas inteligibles hay que distinguir entre la matemática, cuyas investigaciones surgen de unas hipótesis que llevan a conclusiones, cuya operación característica es el conocimiento discursivo (dianoia) Superiores a éstos, encontramos aquellas que van de las hipótesis al principio absoluto, que no dependen de las imágenes sino solamente de las ideas.”[8] A ésta pertenece el conocimiento intuitivo (nohsij) Esta distinción en los cuatro tipos de conocimiento tienen la finalidad de mostrarnos que, para Platón, “la apariencias no pueden separarse de todo contexto inteligible y que, si el aparecer está vinculado al ser, nos es necesario elevarnos de aquel a éste. Tal distinción evidencia, también, que la matemática desempeña en la filosofía de Platón un papel eminente, aunque puramente propedéutico.”[9]

La teoría de las ideas la plantea por primera vez en el Cratilo. En él se establece que las cosas tienen algo que permanece en ellas y que es posible reconocer “Ellas no se dejan arrastrar de aquí para allá al capricho de la imaginación sino que existen por sí mismas, según su ser propio y de acuerdo con su naturaleza”[10] En el Teeteto, un diálogo de la vejez de Platón y donde podemos encontrar decantados algunos de sus planteamientos más importantes, se plantea la posibilidad de la existencia de un conocimiento sensible, es decir, si podemos hablar de que en el ámbito de lo sensible podemos encontrar elementos de conocimiento. Se ha establecido más arriba que en el ámbito de lo sensible todo es cambiante y para que exista conocimiento es necesario estabilidad. En el mundo sensible existe mutación, por lo que es probable que un juicio del tipo “X es Y” no sea siempre posible de ser conocido y que existe la eventualidad que no sea “y” sino “z” o “y1” . Las apariencias no nos entregan más que elementos contradictorios. Para poder acceder a este conocimiento de los objetos universales. Las matemáticas nos pueden ser de mucha utilidad.[11] Sin embargo, corren el riesgo de dejarse llevar por imágenes y diagramas aunque su pretensión sea “contemplar las objetos que sólo pueden verse con los ojos de la inteligencia.”[12]

Así nos encontramos que las matemáticas sirven como intermediarios, como introducción para señalar el acceso al mundo inteligible, pues nos permiten dar un primer paso de las imágenes a las cosas inteligibles[13] Paso que definitivamente lo podemos encontrar con la dialéctica.

La dialéctica nos permite, según Platón, “rechazar todas las hipótesis, elevándose hasta el principio mismo para asegurar con solidez sus conclusiones”.[14] La dialéctica nos permite alcanzar la esencia de cada cosa.[15]Ella hace posible vislumbrar las cosas en su unidad[16], con una mirada de conjunto de las cosas en su esencia; “Quien es capaz de esa mirada de conjunto es dialéctico: los demás no lo son.”[17]

La dialéctica tiene dos momentos[18]:

1. Un movimiento ascendente que se eleva de idea en idea hasta eliminar toda hipótesis. Es un movimiento que comienza en lo múltiple y llega hasta lo uno. Esta es la encontramos desarrollada en la República.

2. Un movimiento descendente “que trata de desarrollar por medio del poder de la razón, las diferentes consecuencias de aquel principio carente de hipótesis sobre el cual todo reposa, y de reconstruir así una serie de ideas sin tener que recurrir a la experiencia.”[19]

LA ALEGORÍA DE LA CAVERNA

Otra de las ilustraciones que nos permiten acceder a comprender cómo es que el hombre alcanza el conocimiento, según Platón, es la Alegoría de la Caverna. En ella, Platón, propone que imaginemos una caverna en la cual hay unos prisioneros encadenados desde su infancia, de tal manera que están obligados a mirar permanentemente hacia el fondo de la misma. Detrás de los prisioneros hay un fuego y entre el fuego y los prisioneros se encuentra un camino por el que pasan personas llevando sobre sus cabezas figuras de animales u objetos. El resplandor del fuego proyecta las sombras de estos objetos en el fondo de la caverna y una pared que llega hasta la altura de las cabezas de los hombres que los llevan impide que también se proyecte la sombra de ellos.

¿Qué sucede con los prisioneros? Ellos sólo pueden ver las sombras que se proyectan en el fondo de la caverna. Platón imagina que allí hay un eco que nos repite las palabras de los que portan sobre sus cabezas los objetos de madera. El resultado es que, para los prisioneros, esas sombras que parecen hablar constituyen la única realidad. Se ha dicho que la situación de los prisioneros en la caverna es similar a la del espectador en un cine: atrapado por la proyección puede emocionarse, reír o llorar, olvidando que se trata de un mundo de ficción.

Los hombres simbolizan al hombre no educado, no formado, que toma por verdadero lo que ve y oye y es prisionero de la ignorancia y de las apariencias, como el interrogado por Sócrates que no sabe pero cree saber. Platón se pregunta entonces qué sucediera si se liberara a un prisionero. Al encontrarse libre de sus cadenas querría erguirse, volver la cabeza, pero todos estos movimientos le causarían dolor y molestia, pues su cuerpo no estaba acostumbrado a los mismos. Si se le obligara a mirar en dirección al fuego, sus ojos habituados a percibir sombras se deslumbrarían y nada verían. Su tendencia sería a volver a sus cadenas. Platón imagina que el prisionero es conducido hasta el interior de la caverna. Allí la visión de los objetos reales y la luz del sol cegaría inicialmente al prisionero y tendría el impulso de retornar a la caverna, si logra vencer dicha tendencia, pronto comprendería que esos objetos constituyen una realidad mucho más auténtica que al que percibía en la caverna.[20]

Estos prisioneros representan a los hombres de este mundo que han permanecido durante toda su vida en un estado de ignorancia, viendo sólo las sombras de la realidad y oyendo únicamente los ecos de la verdad, con una visión del mundo errada y deformada “por sus propias pasiones y prejuicios y por las pasiones y prejuicios de los demás”[21]y que corresponden a un estado inferior del conocimiento que solo da razón de las cosas mutables y perceptibles.[22] Aquí juega un papel fundamental, en Platón, la educación pues ella, la filosofía y la dialéctica, permitirán que el prisionero se convierta a la luz, pueda ver lo que anteriormente le era imposibilitado contemplar.[23] Esta educación es indispensable para los políticos y los gobernantes, porque aquel que no puede alcanzar el supremo bien no puede “vivir una vida verdaderamente humana y buena y no puede realizar el verdadero bien del Estado.”[24]

En Platón resulta evidente que todas las cosas tienen su correspondencia en una idea o forma[25], que es esencialmente universal, objetiva, es decir, aquellos objetos que pensamos también existen en la realidad de manera objetiva Hay un proceso de reconocimiento o descubrimiento de estas ideas por parte del sujeto y no hay una invención de ellos. El principio u origen de éstas se encuentra en una esencia suprema que Platón denomina idea[26]. Así por ejemplo, a cada cosa le podemos llamar bella y eso lo hacemos en referencia a una realidad objetiva que descubrimos en la realidad ontológica, pero a esa belleza le corresponde una idea de belleza que es esencial o absoluta y que funciona como fuente para todas las demás formas aparentes o semejantes de belleza.

Esto nos lleva a determinar una duplicidad de la realidad; una realidad separada de la nuestra[27] en el cual existen las ideas en si mismas, claras y distintas, universales y objetivas, lo que ha llevado al cuestionamiento aristotélico del tercer hombre. Para Aristóteles el error de su maestro radica en que haya separado las ideas de las cosas sensibles y haber puesto una segunda realidad inexplicada sobre aquella de la cual pretendía dar razón. Esto permite que ocurra la existencia de un primer hombre sensible, de un segundo hombre inteligible, de un tercer hombre que sea común a ambos tipos de hombres y luego un cuarto y así sucesivamente.[28]

Platón entiende las ideas como separadas, no como realidades extramundanas, sino separadas en el sentido que subsisten en sí mismas, como algo que sobrepasa la realidad subjetiva del individuo o de las cosas. “Tan acertado es pues, decir que la ciencia es inmanente como que es trascendente: lo importante está en que es real e independiente de los objetos particulares, innoble y constante”.[29]

LA PARTICIPACIÓN DE LAS IDEAS

¿Cómo conocemos las ideas? Si bien los comentaristas platónicos están de acuerdo con establecer un cierto grado de progresión en su pensamiento sobre este asunto.[30] Por ejemplo, en el Parménides y en La República apreciamos la negación de que las ideas puedan ser unas y múltiples a la vez. “Los objetos que no solicitan el interés de la inteligencia – dije- son todos aquellos que no desembocan al mismo tiempo en dos sensaciones contradictorias.”[31]. Sin embargo, hay otras que si encuentran interés por parte de la inteligencia, pues ya han sido examinados por los sentidos. Las ideas Platónicas se pueden relacionar unas con otras, aunque hay algunas que no se pueden combinar unas con otras. La estructura de las ideas tienen una relación piramidal, de acuerdo con los diferentes estratos o niveles del ser, según la cual unas ideas son inferiores a otras y su existencia y su entidad dependen de otras superiores, éstas, a su vez, de otras más elevadas y así sucesivamente hasta llegar a la idea suprema. Estas luego se comienzan a distinguir y separar y ser ubicadas con aquellas ideas que las identifican y asemejan más a lo Uno.[32] “Cada una de las ideas en sí misma es una, pero al presentarse por doquier en comunión con las acciones, con los cuerpos y unas con otras, cada una aparece como múltiple”.[33]

La realidad de la Uno que en Platón se postula, representa un cierto grado de complejidad en su comprensión. Una posible lectura afirma de él que lo podemos entender como lo absoluto. Aquello que permanece incognoscible e inefable y en algunos textos esto se puede entender así.[34] Otra lectura, por otro lado, nos indicará que podemos entenderlo como el Ser y que podemos hacer de él un juicio de existencia, y que por lo tanto, se encuentra relacionado e incluido en una red de relaciones.[35]Lo que sí nos deja claro nuestro autor que el ser es solo en relación, el ser “no está entonces ni en esto ni en aquello, es siempre un tercer término”.[36]

El mundo de las ideas culmina en la idea de Bien. Pero ¿Qué es la idea del Bien? Es la suprema realidad o Idea, gracias a la cual existen y son verdaderas todas las demás ideas. La idea del Bien proporciona el ser a todo cuanto existe y podríamos decir, en este sentido, que es trascendental, pues comunica la existencia a todos los seres y ellos poseerán su ser en la medida en que ellos participan de la idea de Bien. Nos dirá Platón “(ella) es la causa de todas las cosas rectas y bellas que en el ámbito de lo visible ha engendrado la luz y al señor de ésta y que en el ámbito de lo inteligible es señora y productora de la verdad y de la inteligencia.”[37]En resumidas cuentas el Bien es considerado por Platón como la cumbre del ser y de lo inteligible, es el último paso de todo proceso de conocimiento y la fuente de verdad de éste. Es el sol del mundo de las ideas y en todos los seres inteligibles, pero que los supera y trasciende a todos, permaneciendo distinto y separado de ellas.”Lo que proporciona la verdad a los objetos del conocimiento y la facultad de conocer al que conoce es la idea de Bien, a la cual debes concebir como objeto del conocimiento, pero también como causa de la ciencia y de la verdad.”[38]

Para conocer estas ideas el hombre debe recurrir a la ciencia de la dialéctica, porque como lo afirmábamos más arriba, ella nos permite no mezclar las imágenes entre sí, sino que nos permite investigar cómo esas imágenes han de vincularse con la idea que constituye el ser de su aparecer, y así nos permite una mirada penetrante, como para distinguir no sólo una idea única desplegada en la pluralidad de las ideas. La dialéctica como la única ciencia que solamente se da de las realidades puras que permanecen siempre firmes en el mismo estado y de la misma manera. Ella alcanza las últimas realidades, es decir, a la idea de Bien.[39]

En el Parménides Platón pone en boca de Sócrates la afirmación que la relación entre los objetos individuales y el Bien o Uno se da por participación del objeto particular en la idea o bien como una imitación de la idea por el objeto particular.[40]Por lo tanto, la semejanza que existe entre los objetos es el resultado de la imitación de un modelo que permanece él mismo inmutable. La pregunta que surge y que también está presente en el Parménides es, si las cosas participan de toda la idea o en parte de ella. Porque si afirmamos la primera deberemos reconocer que la idea, que es una[41], deberá estar enteramente en las cosas, y si nos inclinamos por la segunda, deberemos afirmar que la idea es, al mismo tiempo, una y diversa, unitaria y divisible. “Además, si las cosas iguales lo son por la presencia de cierta cantidad de igualdad, entonces resulta que son iguales por algo que es menos que la igualdad. Y si algo es grande por participar en la grandeza , resulta entonces que es grande al poseer algo que es menos que la grandeza, lo cual parece contradictorio.”[42]Platón sugiere para zanjar esta discusión que las cosas imitan a las ideas, que, como afirmamos, son a la vez modelos o ejemplares de las mismas, no es un participación del mismo estilo que lo puede ser en las cosas particulares entre si.

Lo anterior quedará más claro cuando Platón intenta definir en el Sofista que entendemos por conocimiento. En él se afirma que el conocimiento es aprehender el concepto de categoría o por su misma definición. A esta se llega analizando y dividiendo los diferentes conceptos hasta llegar, ascendentemente, limpiándose de todo atisbo de mezcla y depurando de tal modo su definición que nos pueda ser nítida sin posterior división, es decir, llegando a su “esencia” que resultaría del proceso de división antes mencionado. “Platón habla como si la forma genérica invadiera las formas específicas subordinadas o se dispersase entre ellas.”[43] Pero esta esencia que está presente en los seres individuales, pues siendo distinta de todos ellos, no es ninguno de ellos tomado separadamente ni la totalidad de los restantes sino él mismo.[44]

Esta diferencia e identidad también se aprecian en la construcción del universo, en cuanto éste mundo se ha construido como copia del mundo eterno. Así este mundo contiene la mezcla de la sustancia indivisible del mundo eterno y la divisible. Lo mismo hizo con las almas de los hombres “había fundido el Alma del Todo y la dividió en un número de almas igual al de los astros y les enseñó la naturaleza del todo.”[45] Luego estas almas fueron arrojadas a unos cuerpos que están más bien asociados a elementos no inteligibles que perturban a las almas en la consonancia con el mundo inteligible para la cual fueron creadas. El alma humana siempre tenderá a buscar lo inteligible pues de ella tiene un cierto conocimiento a priori de las cosas, por eso vive haciendo comparaciones y juicios valorativos. Éstos fueron aprehendidos por el alma en una preexistencia, ya que no se encuentran en esta realidad, ya que nadie puede negar que hay verdades que nadie las pudo aprehender de este mundo (estoy pensando en la idea de belleza, bondad y otros) por medio de los sentidos, y por tanto, las conoció anteriormente. Por ello, el conocimiento en Platón es recordatorio de aquellas verdades contempladas previamente.

CONCLUSIÓN

La problemática de la posibilidad del conocimiento en el ser humano es un tema que, sin lugar a dudas, atraviesa el pensamiento humano. Afirmar cómo es posible que conozcamos aquellas realidades que decimos conocer es la preocupación que se intentó exponer en el presente trabajo, bajo la lectura de Platón. Una lectura, lo reconozco, no ajena a dificultades, pero que son la muestra de la complejidad del tema y del pensamiento de nuestro autor.

La teoría de las ideas que intentamos exponer, constituyen el eje central del pensamiento platónico y con ella pretende dar respuesta a la posibilidad del conocimiento, salvando por una parte la multiplicidad de las cosas y por otro lado, buscando un fundamento seguro y estable para el conocimiento de ellas. La resolución a la que llega, si bien no puede ser compartida por algunos, es un digno y magno intento por acercarse a la solución.

El conocimiento no puede estar radicado en los sentidos pues éstos carecen de estabilidad y están motivados por la mutación constante. Ellos sólo nos pueden entregar verdades aparente. En Platón encontramos un rechazo a la explicación de la realidad dada sólo por los sentidos. El mundo de los sentidos sólo nos entregan multiplicidad de cosas y si hemos de avanzar de manera científica lo hemos de hacer buscando lo más propio de la realidad. Entonces, ¿cómo podemos encontrar una realidad que sea segura en sí misma? Sólo la podremos encontrar, según nuestro autor, en una realidad, distinta de la nuestra, que permita un conocimiento genuino de la cosas sin recurrir a la opinión de todos los hombres y que contenga consistencia, universalidad, objetividad en sí misma y sea explicación coherente de lo que conocemos.

Las ideas platónicas que son esencialmente universales, objetivas, es decir, aquellos objetos que pensamos también existen en la realidad de manera objetiva Hay un proceso de reconocimiento o descubrimiento de estas ideas por parte del sujeto y no hay una invención de ellas. Para conocer estas ideas el hombre debe recurrir a la ciencia de la dialéctica, porque como lo afirmábamos más arriba, ella nos permite no mezclar las imágenes entre sí, sino que nos permite investigar cómo esas imágenes han de vincularse con la idea que constituye el ser de su aparecer.

En él se afirma que el conocimiento es aprehender el concepto de categoría o por su misma definición. A esta se llega analizando y dividiendo los diferentes conceptos hasta llegar, ascendentemente, limpiándose de todo atisbo de mezcla y depurando de tal modo su definición que nos pueda ser nítida sin posterior división.

Esperamos que el presente trabajo haya permitido acercarnos a una respuesta acerca de la solución a la relación entre el pensamiento inteligible y el pensamiento sensible.

[1] BRUN, Jean; “Platón y la academia”, Ediciones Paidós, 1º Edición, Traducción de Alfredo Llanos, Pág. 65.
[2] En el Teeteto, Platón intenta refutar las ideas falsas para combatir la teoría de Protágoras sobre el conocimiento como mera percepción y su tesis de que a cada cual le parece verdadero eso es la verdad para él. En este diálogo Sócrates, protagonista de todos los libros platónicos, afirma la imposibilidad de que los sentidos sean el origen del conocimiento, ya que, todo aquello que reconocemos como conocimiento son verdades que están más allá de los objetos de la percepción, ya que muchos objetos del conocimiento los conocemos por la reflexión intelectual y no por los sentidos, que en el mundo de los sentidos todo es devenir; todo es múltiple. Por ejemplo, las conclusiones matemáticas no se pueden aprehender por los sentidos. Es decir, Platón no está de acuerdo con la expresión conocer es percibir como lo estarán dispuestos a aceptar los presocráticos.
[3] REALE, Giovanni, ANTISERI, Darío; “Historia del pensamiento filosófico y científico”, Tomo I la Antigüedad y la edad Media”, Editorial Herder, 2ª Edición, Barcelona, 1991, Pág. 126. Este fue el primer intento serio por configurar una realidad estable pero no supo aprovechar esa intuición y sólo se quedó con la explicación tradicional acerca de las causas físicas.
[4] GOSLING, J.C.B; Platón, Universidad Nacional Autónoma de México, México , 1993, En el Fedón nuestro autor señala que los sentidos no contienen ninguna verdad y que ésta sólo es de dominio de la razón. Los objetos de la observación sensorial no nos arrojan verdades dignas de seguir. “De esta manera, podría parecer que no puedo contemplar lo justo en sí mismo por cuanto la definición de justo, no es un objeto visible.” Pág. 213.
[5] La percepción sensible no puede recibir el nombre de conocimiento. Platón no está de acuerdo con otorgarle un estatuto epistemológico a los sentidos. Los objetos sensibles no son los objetos propios del conocimiento ni pueden serlo, puesto que sólo hay conocimiento de lo que es, de lo estable y constante y de los objetos sensibles no se puede decir en realidad que “son”, al menos en cuanto percibidos, sino únicamente que devienen COPLESTON, F; Historia de la Filosofía, Volumen I, Grecia y Roma, Editorial Ariel, Barcelona, 2ª Edición, 1986, Pág. 157
[6] COPLESTON, F;Op. Cit., pág. 155.
[7] PLATÓN, La república 507 y ss. Es lo que se ha denominado la alegoría de la Línea.
[8] BRUN, J; Op. Cit. Pág. 67.
[9] Ibid.
[10] Ibid. Pág. 68. PLATÓN; El Cratilo 386e.
[11] En la geometría, por ejemplo, la mente procede partiendo de hipótesis y avanzando en su razonamiento hasta llegar a una conclusión. No se estudia aquí los objetos como tales sino a realidades que se asemejan a ellas y de las cuales no son más que alusiones. Nos dirá “Creo que sabes que quienes se dedican ala geometría, la aritmética y el cálculo, y otros estudios similares dan por supuesto los números pares e impares, las figuras y las tres clases de ángulos y otras cosas emparentadas con éstas y distintas en casa caso. Y una vez adoptadas como hipótesis, proceden como si tuvieran un completo conocimiento de ellas, y no se creen ya en el deber de ofrecer una explicación alguna ni a sí mismos ni a los demás” PLATÓN; La República, Nº 509.
[12] PLATÓN; La república 510e –511ª.
[13] Tal vez por aquella razón es porque consigna en la entrada a la Academia la siguiente frase “Que nadie entre aquí si no es geómetra”
[14] Ibid. 511b La dialéctica es “el único (método) que progresa suprimiendo la hipótesis para remitirse al punto de partida y ganar solidez. Así mismo, el único que también puede atraer suavemente al ojo del alma, sumido en un basto lodazal, y elevarlo a las alturas, utilizando como auxiliares en esta labor a las artes que hemos enumerado recientemente”PLATÓN; La República, 533c, 533d
[15] Ibid. 534b
[16] BRUN, Op. Cit. Pág. 70.
[17] PLATÓN; La República 537c
[18] En esta enumeración voy a seguir la presentada por BRUN en la obra que venimos citando.
[19] BRUN, Op.Cit. Pág. 72.
[20] PLATÓN; La República 514ª - 517ª.
[21] COPLESTÓN; Op. Cit. Pág. 171.
[22] GLOSLING, J.C.B.; Platón, Universidad Autónoma de México, México, 1993, Pág. 232.
[23] Por medio de la educación, paideia, el joven es conducido gradualmente a la contemplación de las verdades y a los valores eternos y absolutos. Cfr. COPLESTÓN, Op. Cit. Pág. 172.
[24] Ibid. Pág. 173.
[25] El término “Idea” sirve en Platón para expresar los contenidos objetivos de nuestros conceptos universales, a sus referencias a la realidad. Cfr. COPLESTON, F; Op. Cit. Pág. 176.
[26] A diferencia de las cosas sensibles que pueden ser vistas y no concebidas, las ideas no pueden ser vistas pero si concebidas Cfr. BRUN , Op. Cit. Pág. 75.
[27] No es posible adjudicar a Platón la idea de un mundo, como lugar, en el que están las ideas, como un concepto espacial. La trascendentalidad de las ideas no dice relación con un mundo celeste o con una realidad divina como la Teología Cristiana ha ubicado la trascendencia de Dios. COPLESTON F; Op. Cit. Pág. 180.
[28] Cfr. ARISTÓTELES, Metafísica, A 990b 15, M 1079 a 11 . La crítica a Platón también alcanza cuando afirma que Sócrates no había dividido el mundo lo que sí hizo Platón. Se pregunta Aristóteles cómo es que las ideas, siendo esencia de las cosas, existen separadas de las mismas. BRUN; Op, Cit. Pág. 78.
[29] COPLESTON, F; Op. Cit. Pág. 184.”Diríamos entonces que, en Platón, se puede, con rigor , hablar a la vez de realismo de la idea – en la medida en que por ella existe lo pensable (razón por la cual también ella está separada y es necesaria una conversión para descubrirla”BRUN, J; Op. Cit. Pág. 78.
[30] BRUN, J. Entrega un pequeño listado de tratadistas platónicos sobre este punto.
[31] PLATÓN, La República, Op. Cit. 523c
[32] Seguimos el tratamiento del tema en el Parménides y en el Sofista y los comentarios sobre éstos.
[33] PLATÓN; La República, 476 a
[34] “Si lo uno es, si se lo pone absolutamente, como quiere el eleatismo, tal posición excluye todo lo múltiple, toda división, todo cambio y toda idea de tiempo, que sería contrario a su unidad” BRUN, J,; Op. Cit. Pág. 80.
[35] Para Ver las hipótesis acerca de la naturaleza de lo Uno en BRUN, J; Op. Cit. Páginas 81 al 85.
[36] PLATÓN, El Sofista, 250b La pretensión del sofista, según los comentaristas platónicos, es refutar las enseñanzas sofistas que pretenden hablar de lo que no es. “Hacen participar entre si a las cosas que deben estar separadas y separa lo que debe estar unido.”BRUN, J; Op. Cit. Pág. 90.
[37] PLATÓN; La República, 517c
[38] PLATÓN; La República, 508e
[39] Cfr.PLATÓN, La República, 509a
[40] PLATÓN; Parménides 132d 1 y sig.
[41] Porque si el Uno no es, entonces las cosas no serían, no habría nada.
[42] COPLESTON, Op. Cit. Pág. 192.
[43] Ibid. Pág. 194.La forma Hombre, es en verdad, muchos hombres, es múltiple, en el sentido de que contenga ulteriores clases específicas subordinadas, en las que pueda ser dividida.
[44] BRUN, J; Op. Cit. Pág. 92. El ser no es, porque niega todos los no-seres que lo afirman mucho más por el no que ellos son, que por el ser que no son; además cuantas veces son los otros, otras tantas el ser no es” PLATÓN, El Cratilo 257a
[45] BRUN, Op. Cit. Pág. 93.

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