miércoles, 12 de septiembre de 2012

UNA APROXIMACIÓN FILOSÓFICA A LA REALIDAD HUMANA COMO REALIDAD CORPORAL


(Ponencia presentada en el Seminario de Educación física inclusiva, Universidad Central de Chile, Sede La Serena, 10 de Septiembre de 2012)
Dr. Ricardo Montes Pérez
Profesor de Filosofía y Religión
Magister en Ética Social y Desarrollo Humano
Doctor en Filosofía


Agradezco la invitación a este seminario donde se me ha encomendado la difícil misión de hablarles de los fundamentos filosóficos y sociales de la educación física. Tarea ardua que resulta imposible retratar en unos minutos. Sin embargo, pienso necesario hacer esta reflexión desde la humildad que debe presidir todo ambicioso proyecto.

Quisiera hacerme cargo de esta problemática. Sabiendo que es un asunto del que podríamos abordarlo desde diversas perspectivas y ninguna de ellas resultaría tan completa como la otra. También estoy cierto que muchos de los aquí presentes estarán interiorizados sobre los aspectos eminentemente necesarios que implican comprender a la persona como alguien que es cuerpo y que posee cuerpo.

EL PROBELMA DEL CUERPO EN LA FILOSOFIA

            La reflexión filosófica, especialmente la platónica y la cristiana han considerado la realidad corpórea del hombre como un destierro de su realización moral, personal y religiosa.  Visiones dualistas que contraponían las realidades del cuerpo y del alma y daban a esta última una importancia superior donde la dimensión espiritual del hombre no daba cabida al reconocimiento de la corporalidad, relegándolo a una mera expresión de lo más bajo y hasta dañino para la vivencia humana. El cuerpo tenía en esta concepción una comprensión negativa que fue recogida por occidente y potenciada por el desprecio del cuerpo en la experiencia cristiana.

            Mientras que en Aristóteles y Tomás de Aquino, se pone más bien el acento en la estructura ontológica del ser humano; el hombre es una unidad que resulta de dos principios correlativos; materia y forma, aunque ello implica que se le da un trato diferente al tema del cuerpo del que le dan las corrientes idealistas, sin embargo, no se parecía en ellos la atención necesaria para esta dimensión.

            Por otro lado, Descartes, introduce un nuevo dualismo y, por lo mismo, una división muy radical entre el cuerpo y la conciencia. El problema del significado del cuerpo no se examina explícitamente. Para él el hombre es identificado con la conciencia aunque ésta esté íntimamente unida a la realidad corpórea. Aquí lo que importa es que el hombre es, ante todo, un ser pensante y una realidad subjetiva evidente en sí misma de la que derivan otras realidades. Hay mayor preocupación por los fundamentos de la ciencia. El dualismo pretende dar respuesta tanto a la filosofía como a la física y a las explicaciones científicas del cuerpo. Según Descartes; el cuerpo, es radicalmente diverso del alma, es una realidad que existe y funciona en virtud de unos principios organizativos propios y puramente materiales. No se necesita ningún alma para explicar el funcionamiento del cuerpo. Aún reconociendo que el cuerpo humano es mucho más que un simple mecanismo. El cuerpo humano, como cualquier otro cuerpo, se explica sin el alma, sobre la base del movimiento mecánico de los átomos. El cuerpo en el fondo no es más que realidad atómica, física, extensa.

            Las interpretaciones mecanicistas y materialistas por su parte son reducciones que si bien, pretenden otorgar cierto nivel de importancia a la materia, sin embargo, no pueden responder a la problemática acerca de cómo entender el cuerpo, si como algo propio del ser humano o como algo distinto de él.

Casados estamos con una forma de hacer filosofía que, heredera de los griegos clásicos (Sócrates en adelante), nos ha acostumbrado a quedarnos en lo figurativo. En cambio, debemos dar paso a una  filosofía que  nos mueva a romper nuestros esquemas y conceptos y adentrarnos en una manera distinta de ser. Distinta porque exige pensar distinto, desde lo original hasta lo más propio de lo humano; nuestro cuerpo. Ya no corporalidad porque ello admite no haber saltado la barrera de lo figurativo, de lo fenomenológico, de lo abstracto.

HACIA UNA FILOSOFIA DEL CUERPO

            El problema central de la reflexión filosófica sobre el cuerpo está profundamente ligada al hecho de que la persona concreta no se deja definir más que como una unidad vivida en la que la persona se descubre a si misma como un sujeto de acciones espirituales y corporales. En resumidas cuentas si puedo decir yo pienso, yo amo, yo quiero, puedo de la misma forma decir yo como, yo oigo música, yo aspiro el perfume de los campos. Los antiguos lo afirmaban muy bien cuando decían: “ídem ipse homo est qui percipit se sensire et inteligere”. El hombre que crece, come, camina.. es también el hombre que piensa y reflexiona. El pensar, el reflexionar, etc. No pueden atribuirse a ningún otro ser que sea distinto de ese hombre de carne y hueso.

            La unidad en el hombre impide comprenderlo como una realidad en la que conviven vivencias que por un lado guardan relación con lo corpóreo y por otro con lo espiritual, es imposible. El hombre, al decir de Zubiri, es una realidad una y única: es unidad. No es una unión de dos realidades, lo que suele llamarse «alma» y «cuerpo». Ambas expresiones son inadecuadas porque lo que con ellas pretende designarse depende esencialmente de la manera como se entienda la unidad de la realidad humana.

a)     El significado humano del cuerpo:

            El ser humano expresa indudablemente muchos significados a  través del cuerpo y le atribuye muchos valores. La antropología se ha encargado de descubrir y leer en medio de esta gran diversidad y multiplicidad de significados los que son fundamentales y los que permiten ordenar e iluminar a los demás. En primer lugar, no podemos entender que el significado humano del cuerpo no puede comprenderse solamente en clave de sus estructuras biológicas y fisiológicas del cuerpo objetivo. Esto no significa que el cuerpo (la mano, la cabeza, la sexualidad, los sentidos, etc.) sea neutro respecto al significado humano. Sino más bien que el significado humano no está inscrito meramente en las dimensiones biológicas y fisiológicas como una etiqueta o una indicación para su uso. El significado humano del cuerpo radica en el hecho de que es el cuerpo de una persona y está por tanto asumido y unido a ka persona, que comparte su suerte con la del propio organismo. ¿Qué quiero decir con esto?  Simplemente que la realidad del cuerpo se puede apreciar en toda su riqueza si lo entendemos a la luz de la totalidad de la persona. Sólo a la luz de la totalidad de la persona es posible comprender y valorar el significado humano del cuerpo y de las acciones corporales. A esta luz podrá leerse y descubrirse la humanidad inicial de las estructuras biológicas y fisiológicas

            Estas consideraciones acerca del significado humano del cuerpo nos deben llevar a consignar que debemos atender sustancialmente a tres aspectos fundamentales de este significado:

a)      El Respeto a la persona concreta que tiene que vivir su propia existencia en el cuerpo y a través del cuerpo, el significado humano fundamental del cuerpo es el de ser el campo expresivo del ser humano y el lugar primero donde el hombre tiene que realizar su propia existencia.

b)      El respeto a las demás personas hacia los cuales estamos constitutivamente orientados. El cuerpo tiene como significado fundamental el ser para los demás. Y esto desde un triple punto de vista: el cuerpo es fundamentalmente presencia en el mundo, es lugar de la comunicación con los otros y es medio de reconocimiento del otro.

c)      Respecto al medio material y humano, al que pertenece toda persona, el cuerpo es fundamentalmente la fuente de intervención humanizante en el mundo, el origen de la instrumentalidad y la cultura.

b)                El cuerpo como expresión:

            Habíamos dicho que el cuerpo es un medio de expresión de lo humano, es más es el ámbito por excelencia en el que se expresa la interioridad humana y el lugar donde se realiza de forma concreta todas aquellas potencialidades humanas, pues en todos los aspectos el cuerpo participa de la realización humana, es mas, sin él es muy extraño que éste alcance dicha plenitud.; a través de múltiples actos sucesivos que pertenecen al mundo corpóreo es que vemos concretarse dicha potencialidad. Esto es contrario a lo que piensan las filosofías de corte dualistas que consideran que la realización humana sólo se puede alcanzar en la conciencia.

            Esto nos lleva a entender que sin la participación del cuerpo no puede forjarse un pensamiento, por ejemplo, sin el uso de la palabra sería muy difícil la comunicación y expresión de determinadas teorías o maneras de pensar. O sin la sonrisa no podríamos expresar estados de alegría y así muchas cosas por el estilo.

c)     El cuerpo como presencia:

En las relaciones con los demás el cuerpo es ante todo “presencia”, una presencia temporal (‘asado, presente, futuro) La presencia se refiere sola y exclusivamente a los seres humanos. Las cosas no están presentes. Están simplemente allí. Las cosas tampoco están ausentes, sino que están o no están. El mismo uso lingüístico revela por tanto la percepción del carácter específico de la presencia humana.

La forma más elemental de presencia humana está constituida por el hecho de que toda persona pertenece al género humano y se encuentra de este modo inserto en un marco fundamental de comunicabilidad y de reconocimiento necesario. Tiene derecho a ser tratado como ser humano y no como cosa. Es un interlocutor posible de todos los demás hombres. Para una mejor comprensión de la presencia hay que confrontarla con la ausencia correspondiente; la muerte. La muerte significa la ausencia fundamental ya que el individuo deja de estar en el mundo y se encuentra radicalmente separado de la comunicación y de las relaciones interpersonales en el mismo mundo.

d)     El cuerpo como lenguaje:

El hecho de que haya lenguajes y de que el ser humano sea constitutivamente un ser de palabra y lenguaje, tiene su raíz en el cuerpo en cuanto orientado hacia los demás. El cuerpo se expresa necesariamente en algún lenguaje, aunque sea en el lenguaje del silencio. En el fondo todos los lenguajes no hacen más que desarrollar y especificar el lenguaje fundamental que es el propio cuerpo.

Las distintas partes del cuerpo participan de forma diversa en el lenguaje. Se constituyen así diversos lenguajes característicos, que pueden estar más o menos desarrollados en la vida del hombre y reciben acentos característicos según las culturas. En todos los pueblos el rostro humano ocupa un papel privilegiado. Los jos, la boca, las expresiones faciales, la desnudez del rostro, la palabra articulada, el discurso, etc. Forman parte de la riqueza dek lenguaje facial. La risa y el llanto, la admiración, la extrañeza, el despecho, la preocupación, el escepticismo, el dolor, la paz, la alegría, etc. Se expresan en el rostro incluso sin una palabra articulada con la boca. Esta extraordinaria expresividad y comunicabilidad se identifica hasta el punto con el mismo cuerpo que la mayoría de las veces pasa sin que se ponga explícitamente la atención en ello. El papel tan importante de esta forma de lenguaje se comprende fácilmente por el desconcierto que se siente ante un ciego de nacimiento en el que no se ha desarrollado este lenguaje.

En medio de tanta diversidad de expresiones el lenguaje del rostro tiene, sin embargo, una matriz común, la desnudez del rostro expresa inmediatamente la presencia y la igualdad de todos los hombres. El rostro es verdaderamente la manifestación del otro, su epifanía. Así lo dice E. Levinás:

“El rostro es la identidad misma de un ser. Allí se manifiesta en persona, sin conceptos. La presencia sensible de ese casto trozo de piel con la frente, la naríz, los ojos, la boca, no es un signo que permita a la realidad significada ni una máscara que esconda la realidad. La presencia sensible se desensibiliza aquí para dejar que aparezca directamente aquel que se refiere solamente a si mismo, a aquel que es idéntico consigo mismo.”

Mientras que Heschel afirma:

“El ser humano no tiene solamente cuerpo, sino también un rostro. Es un rostro que no puede ser trasplantado o cambiado. Un rostro es un mensaje, muchas veces sin que lo sepa la misma persona ¿No es quizás el rostro humano una mezcla viviente de misterio y de significado? Todos lo vemos  y nadie logra describirlo ¿no es quizás un milagro extraordinario el que entre tantos centenares de millones de rostros no haya dos iguales?¿Y de ningún rostro permanezca perfectamente igual durante más de un minuto?”

LA EDUCACIÓN FÍSICA COMO FILOSOFIA DEL CUERPO

            ¿Qué relación tiene todo lo que hemos dicho sobre la educación física como educación inclusiva? Creo necesario simplemente dar a conocer algunos criterios que se derivan de lo planteado:
1°        Que la educación física debe abarcar la unidad de la persona. Una educación llamada a la integralidad.
2°        Debemos recuperar la experiencia del otro como sujeto que me sobreviene, como alguien y no como algo.
3°        Debemos educar en la responsabilidad del rostro humano. Educar en el respeto irrestricto del otro en su dimensión unitaria. No basta con atender al cuerpo sino que atendiendo al cuerpo debemos estar ciertos que estamos atendiendo al alma.
4°        Al pensar en el cuerpo desde la educación física debemos ir más allá de las regulaciones y conceptualizaciones que encierran a las personas en una estructura: Un cuerpo sin órganos[1] es un intento por dejar de lado la explicación ontológica tradicional y dar paso a las sensaciones. Lo más originario y central del ser humano, una lógica vertida en el cuerpo y posibilitada por su descubrimiento. Si hemos de recurrir a esta nueva lógica es porque uno de los aspectos centrales nos permite explicar lo fundamental en el arte; arte como exposición de lo vivo, lo más vivo que hay en nosotros; la brutalidad, la fuerza y la pasión. El arte como vector de lo nuevo y de lo antiguo, de lo sencillo y lo más complejo. El arte nos permite introducirnos a las impresiones más detalladas del sin pensamiento. Una pintura, por ejemplo,  es, ante todo, la sin tesis de aquello que no trasciende, que es pura inmanencia. “Algo que no se presenta a nadie, es decir, que no remite a ningún ojo.”[2]

5°        Vivimos en una cultura centrada en el consumo, partiendo por el consumo más básico hasta la invención de magníficas necesidades para justificar magníficos consumos. La salud, la Educación y la Vida giran en torno a la maquiavélica dictadura de la lógica utilidad – ganancia – consumo. Sin lugar a dudas, todo aquello que somos ha dado paso al todo aquello que tenemos, como queriendo sostener con ello la supremacía de un concepto de persona y sociedad en la cual sólo es digno de una vida digna aquel que puede sobrevivir. Así la preocupación central de nuestras familias es el modo en cómo sobrevivimos adecuadamente ante un sistema despiadado que si no posees los recursos necesarios para ello, lo más seguro, es que la muerte se adelante o la vida se transforme en un querer desear la muerte angustiosamente. Lo externo es, para nuestras sociedades, ontológicamente más decidor que lo interno. Y si lo interior fuese importante es porque hay algunos que han colmado tanto lo externo que tienen tiempo (y dinero) para ocuparse de lo interno. Tal vez, por ello, la filosofía ya no sirva en estas sociedades porque ella es esencialmente una preocupación por lo interno que, por estar volcados hacia fuera, no hay cabida a tan inútil expresión de la realidad.
       
6°        Hablar de educación inclusiva implica repensar las relaciones humanas en clave de intersubjetividad. Esto quiere decir que la educación exige pensar más allá de la soledad existencial y redescubrir la experiencia del otro;  El otro es, podríamos decir , otro yo concreto con el cual entro en relación, en la medida en que este otro yo es diferente de mi. El otro es siempre un yo diferente de mí que siempre está en relación conmigo, y de esta relación, de la cual, de algún modo, tenemos experiencia. Debemos establecer, entonces, que el yo es, de algún modo, constituido por el tú.  Esto quiere decir que el tú es siempre igual que el yo, es decir, el otro es siempre alguien, o sea, otro yo[3]. El otro, por tanto, no es un conocimiento categorial sino la experiencia concreta de la humanidad. “otro ser humano es prójimo no sólo en base a un genérico sentimiento de humanidad, sino primariamente en base a ser otro yo.”[4] Esto quiere decir que la persona no sólo puede ser comprendida conceptualmente sino que esencialmente en mi relación con otros entes concretos como yo, con los cuales actúo conjuntamente. Este ser-con de la persona le es connatural a su existencia y mediante esta relación el hombre, como ya lo veníamos afirmando, logra ser lo que es. Esta relación de participación que se da con los otros es consciente y experiencial en la que nos aproximamos a los otros desde nuestro propio yo.




[1] Esta idea de “Cuerpo sin órganos” es una expresión tomada de Artau y hace referencia a la idea de cuerpo sin organización.
[2] http://www.uam.es/ra/sin/pensamiento/deleuze/martes.htm

[4] Ibíd. Pág. 117.